Investigación

Malos tratos en la infancia y las enfermedades inflamatórias

Un estudio publicado en una revista internacional señala el aumento de chances de enfermarse en el futuro

Los investigadores Rodrigo Grassi de Oliveira (I) y Moisés Bauer

FOTOGRAFIA: BRUNO TODESCHINI

Personas que sufrieron malos tratos en la infancia son más propensas a desarrollar enfermedades con causas inflamatorias en el futuro, como las cardiovasculares,  neurodegenerativas y metabólicas. La conclusión es de un estudio realizado en la PUCRS y publicado en la revista Neuropsychopharmacology, de la Nature Publishing Group. El artículo fue producido por los ex alumnos de doctorado de la Universidad, Carine Hartmann do Prado y Ledo Daruy Filho; por la ex becaria de post doctorado Andréa Wieck; por el coordinador del grupo de investigación Neurociencia Cognitiva del Desarrollo de la Escuela de Medicina, Rodrigo Grassi de Oliveira; y por el coordinador del Laboratorio de Inmunología del Estrés de la Escuela de Ciencias, Moisés Bauer.

La investigación se realizó con dos grupos de adolescentes saludables, estudiantes de escuelas públicas de Porto Alegre. Un grupo, formado por 41 personas, pasó por malos tratos en la infancia, y el otro, con 33 jóvenes, no tenía ese histórico. Todos participaron con varias entrevistas y estudios para evaluaciones físicas, cognitivas y biológicas. Dentro de esos tests, también tuvieron sus niveles de cortisol (hormona directamente involucrada en la respuesta al estrés) medidos por medio de una hebra de cabello, además de la evaluación de la respuesta inmune en la sangre.

En el grupo que pasó por situaciones de violencia, los resultados mostraron un aumento de 50% en los niveles de cortisol, en comparación con los jóvenes que no tuvieron esa vivencia. En el mismo grupo, los linfocitos estaban 50% más resistentes a la droga que imita el cortisol, la dexametasona. Eso significa que las células están protegiéndose y no permiten la entrada de la sustancia, que ya está presente en gran cantidad. Los análisis de sangre que evaluaron los marcadores inflamatorios señalaron que ellos están hasta seis veces más presentes en los adolescentes con historial de malos tratos. “Aun antes de tener una enfermedad neuropsiquiátrica, por ejemplo, las células ya se comportan de manera más inflamada. Entonces, tal vez la inflamación venga antes del trastorno neuropsiquiátrico”, resalta Bauer. También en los análisis de sangre del mismo grupo, los resultados mostraron una disminución de 50% en la neurotrofina, una proteína que asegura la sobrevivencia, el desarrollo y la función de las neuronas. “Ese resultado está asociado a un débil desempeño cognitivo de la memoria”, afirma.

Según el profesor, el estudio comprueba que, aunque las agresiones se hayan sufrido en el pasado, dejaron secuelas en el organismo de esos adolescentes, una especie de cicatriz. Hasta hoy se creía que la inflamación era causada por enfermedades crónicas, y la investigación probó lo contrario. “Ese trabajo es pionero porque fue realizado con adolescentes saludables. Ellos no tenían enfermedades, pero ya presentaban inflamación en las células”, concluye Bauer.

Los participantes contestaron un cuestionario de trauma en la infancia, un instrumento estandarizado internacional. Con base en los resultados, se puede distinguir los tipos de malos tratos sufridos: negligencia física, negligencia emocional, abuso físico, abuso emocional y abuso sexual. Grassi de Oliveira, uno de los autores, resalta que, a pesar de haber pasado por esas situaciones en la infancia el grupo no manifestó alteraciones comportamentales y  cognitivas durante las pruebas realizadas: “Los dos grupos solo son distintos desde el punto de vista biológico”. Ellos también pasaron por evaluaciones de memoria, atención y trastornos psiquiátricos.

Cómo se mide el cortisol en el pelo

FOTOGRAFIA: JESÚS RODRIGUEZ/UNSPLASH

Cada centímetro del cabello corresponde a un mes de cortisol presente en la circulación. Cuanto más cerca de la raíz, más reciente es la medición. En los adolescentes evaluados, se midieron 3 cm de hebra, correspondiendo a los últimos 90 días en que la hormona circuló por el cuerpo.