Curso fue realizado en la Parroquia Santa Clara, en Porto Alegre

Acción SocialFotografías: Camila Cunha

Conocimiento Democratizado

PUCRS ofrece clases de portugués a inmigrantes y refugiados

“Usted que está llegando, ¡bienvenido! ¡Solo faltaba usted aquí!”. La música del padre João Carlos ha ganado un nuevo significado cuando los inmigrantes haitianos y senegaleses de la Lomba do Pinheiro, en Porto Alegre, lo entonaron, a coro. Actuando como voluntarias, las profesoras Cristina Perna y Regina Kohlrausch, del curso de Letras, y la alumna de doctorado Graziela Andrighetti alentaban a los 24 alumnos. El director del Centro de Pastoral y Solidaridad de la PUCRS, Hermano Marcelo Bonhemberger, y el agente de la pastoral líder, Rafael Rossetto, tocaban acordes en la guitarra.

Ese era el clima en las clases gratuitas de portugués, impartidas por la PUCRS, durante tres meses, para inmigrantes y refugiados en las mañanas de sábado, en la parroquia Santa Clara. Se ha enseñado el idioma aplicado a temas de uso cotidiano y del mundo del trabajo. Las educadoras también ayudaron en la elaboración de los currículos. Para Regina, es una forma de contribuir con quien llega al estado y necesita de la lengua para integración en la comunidad. “Es una manera de hacer que la adaptación, Alegrelejos de la tierra natal, sea menos sufrida”, observa la profesora.

La idea surgió en 2015, durante las reuniones del Grupo de Trabajo Movilidad Humana (creado por el Centro de Pastoral, a partir de una iniciativa de la Asesoría de Comunicación y Marketing). Hoy, el grupo cuenta con la participación de integrantes de varias áreas de la Universidad. Con el apoyo de la Cáritas Arquidiocesana de Porto Alegre, que presta atención a los inmigrantes, la Pastoral propuso una asociación con la Parroquia Santa Clara. Así, el proyecto ganó vida.

EN BÚSQUEDA DE TRABAJO

La haitiana Nandie Saint Paul lleva al hijo a las clases

Nandie Saint Paul, de 22 años, está en Brasil hace dos años, con su marido y hijo. “No consigo trabajo. Es muy difícil”, lamenta. En Haití, era cocinera. La dificultad en la comunicación es una de las barreras que enfrenta. “Cuando llegué, no entendía nada de lo que hablaban. En las clases de portugués, aprendo mucho. Creo que pueden ayudarme a conseguir un empleo”, dice. Nandie quisiera ser secretaria, “pero sería feliz trabajando con cualquier cosa”.

Joseph Bazelais, de 31 años, tiene el mismo problema. Desembarcó en Porto Velho (RO) hace tres años. De allí, siguió a Santa Catarina, donde trabajó en una carnicería. “Después de dos años, fui despedido. No sé por qué. Estoy en Porto Alegre hace un año, sin trabajo. Busco y no encuentro nada. Mi alquiler está retrasado hace cuatro meses y no tengo a nadie para ayudarme”, relata. El haitiano dice que ese es el motivo por el que frecuenta las clases de portugués: quiere calificarse para conseguir un empleo. “Hago cualquier servicio. Tengo familia en Haití y la vida es difícil allá. Yo, que podría ayudar, no consigo”. En su país, él trabajaba en la construcción civil y como jardinero.

PRÁCTICA SOLIDARIA

Rafael Rossetto dice que iniciativas como esta integran la propia misión de la PUCRS. La Red Marista presta atención a 82 países. “Es parte de la Institución promover los derechos humanos, sea en Brasil, en África o en Oriente Medio”, explica.

Además de las clases de portugués, la Universidad estudia prestar atención psicológica a los alumnos. “Ellos sufren una serie de dificultades en la búsqueda del sustento para sus familias”, argumenta Rossetto. El plan es que los estudiantes de Psicología ayuden en el tratamiento. “Trabajar la solidaridad durante el proceso educativo, sea de los estudiantes o de los funcionarios, es un desafío con el que la Pastoral siempre se preocupa. Un ejemplo es el propio Voluntariado Marista. No podemos prescindir de ese tema”, sostiene.

EN BRASIL

El gobierno brasileño estableció, en 2012, una nueva modalidad de visa: la humanitaria. En la actualidad existen menos de 10 mil refugiados reconocidos en el país. Cerca de 40 mil están aguardando la decisión del Comité Nacional para los Refugiados, órgano responsable de evaluar las solicitudes de refugios. Según el profesor Gustavo Pereira, de la Escuela de Derecho, cuando se consideran extranjeros como ilegales, de acuerdo a la legislación brasileña, ellos tienen ocho días para dejar Brasil. Si no lo hacen, se convierten en inmigrantes irregulares. “Como no hay una política intensa de fiscalización de inmigraciones irregulares en el país, la persona solo es deportada al tener contacto con la justicia”, explica.

La política de inmigración vigente se da según el Estatuto del Extranjero, de 1980. Creada a partir de los paradigmas de la dictadura, es totalmente desestimulante para el migrante. “El propio radical de la palabra ‘extranjero’ ya remite a la idea de lo extraño”, critica Pereira. La perspectiva de cambio viene con un nuevo reglamento: la Ley de Migraciones, aún no sancionada. “No es excelente, pero es mejor que la actual. Trata el tema como un problema de derechos humanos, y no de seguridad nacional, como la ley actual. En términos de burocracia, no innova. La diferencia está en el lenguaje”, reflexiona.

Entienda mejor

Refugiados: van a otros países en virtud de un bien fundado temor de persecución por motivos como nacionalidad, posición política, pertenencia a determinado grupo social, raza o religión.

Migrantes forzados: se trasladan a otros lugares por motivos como crisis económicas o desastres naturales en su país de origen. Es el caso de los haitianos y senegaleses que residen en la Lomba do Pinheiro.